Es un lugar común ya aceptado por todos que China va camino de convertirse en la primera potencia económica del mundo, superando a los Estados Unidos de América. Personalmente me parece sorprendente que un régimen totalitario no personalista sea más eficiente que uno democrático durante más de 40 años y cuatro líderes distintos consecutivos, tanto como para llegar a igualarlo en el poder partiendo de una posición abismalmente inferior. No me sorprendería tanto si esto ocurriera con una dictadura personalista, es decir, si se tratase de un líder vitalicio inteligente que hubiese sabido hacer bien las cosas desde el punto de vista económico y social, aunque fuese a costa de tener dominados los resortes del poder por la fuerza. No en balde de ello hemos tenido un claro ejemplo en nuestra reciente historia de España. Sin embargo lo que sorprende es que China no sea una dictadura personalista, sino que una vez que murió su fundador, Mao Zedong, su sucesor, Deng Xiaoping, la transformó en un sistema totalitario pero en el que los líderes (“líderes supremos”) se han ido sucediendo de forma aparentemente pacífica sin estar vinculados hereditariamente entre sí, ni por ninguna otra fórmula conocida que no sea la pertenencia al único partido existente. ¿Cómo es posible que haya crecido tan rápidamente un país con cuatro líderes consecutivos en el que el control de la sucesión no lo ejercen los ciudadanos con ayuda de la prensa libre sino un partido único de oscuros resortes? ¿Qué está fallando en nuestro esquema de valores para que un sistema totalitario con alternancia periódica en el poder supere ampliamente en velocidad de crecimiento durante tantos años al sistema democrático más valorado del mundo?
Esas preguntas me las llevo cuestionando desde hace algún tiempo y sinceramente por el momento no he encontrado una respuesta rotunda. No obstante pienso en algunas cosas que pueden ayudar a intuir las respuestas.
En la elección del sucesor de este tipo de regímenes tiene mucho peso el criterio del sucedido (pasa incluso en nuestros partidos democráticos occidentales), por lo que no es de extrañar que en la calidad de sucesivos líderes haya influido el acierto de los anteriores en poner el dedo en la persona adecuada. No me extraña que un lider de la audacia de Deng Xiaoping haya acertado no solo en diseñar un sistema de crecimiento económico potente, sino también en elegir a la persona adecuada para continuarlo con solvencia.
Otro factor que estoy convencido que ha influido favorablemente es que la limitación del mandato está estipulada por ley, en concreto a 10 años. La limitación temporal del poder ayuda a controlar la deriva totalitaria del lider, y a conseguir una continuidad en la gestión del sistema de crecimiento. Den Xiaoping siguió viviendo 9 años después de dejar el poder voluntariamente, por lo que no me extraña que siguiera influyendo en la gestión de su sucesor, y así sucesivamente.
Un tercer factor a tener en cuenta es lo de las barbas del vecino y su remojo. La caída del muro de Berlin y el desastre sovietico ha debido pesar en el cuidado que los dirigentes chinos han puesto a partir de los años 90 para no caer en gobiernos despóticos que los llevasen a matar la gallina de los huevos de oro.
Pero es que adicionalmente estoy convencido de que la suerte también ha influido en todo esto. No es normal que entre estos cuatro líderes no haya salido el clásico espabilao que haya hecho de su capa un sayo destrozando un tinglado que hasta la fecha había venido funcionado. La casualidad y la suerte también han debido influir.
Por otra parte quiero dejar constancia de que intuyo que esa suerte está llegando a su fin. Por la poca información de que disponemos parece ser que el nuevo líder supremo Xi Jinping es un tipo ambicioso que llegó al poder en 2012 a la chita callando, en plan suavón, con un perfil bajo de opiniones, y basándose en no provocar controversia entre sus conpañeros, pero que cuando ha llegado arriba, está fomentando un culto a su personalidad y un acaparamiento del poder desconocido desde la época de Mao, hace ya 40 años. No en balde en 2018 consiguió eliminar el límite del mandato presidencial de 10 años, haciéndolo ilimitado.
Creo que el paso de un sistema totalitario no personalista a una dictadura que podría volverse vitalicia va a ser pan para hoy pero hambre para mañana. Pan para hoy porque si el tipo es listo, como decía antes, puede conseguir un crecimiento aún mayor del que hasta ahora venía consiguiendo el pais debido a que a corto plazo tiene más margen de maniobra y agilidad de decisión que sus predecesores. Pero hambre para mañana porque como ya sabemos el poder absoluto corrompe absolutamente, y da la impresión de que se está empezando a socavar la base de un sistema sucesorio totalitario que sorprendentemente y de forma excepcional en la historia estaba dando buenos resultados.
Por eso intuyo que la suerte de ese país está llegando a su fin. Pero no solo de ese país, sino del resto del mundo. Hasta ahora hemos vivido con una cierta tranquilidad el crecimiento de China como potencia mundial, entre otras cosas porque allí donde llegaba con sus inversiones (Europa, Africa, América del sur) no había hecho más que aportar estabilidad financiera y tranquilidad en el sistema. Como el propio Xi dice: "Primero, China no exporta revolución; segundo, China no exporta hambre ni pobreza; tercero, China no llega y te provoca un dolor de cabeza. ¿Qué más se puede decir?". Está claro que por el momento está llegando en son de paz, a la chita callando, como lo ha hecho su líder en su ascenso al poder. Pero una vez que supere a los Estados Unidos y se convierta en un imperio hegemónico (como lo fue inglaterra en el siglo XIX o Estados unidos en el XX), y una vez que este personaje suavón y egocéntrico se convierta en dictador vitalicio de este nuevo imperio, con la consiguiente deriva despótica de sus últimos años y problemas sucesorios de los siguientes, nos daremos cuenta de que con la llegada de Xi Jinping la suerte no solo estaba cambiado para los chinos, sino también para el resto de la humanidad.
Ojalá me equivoque!
PD: En este sentido:
Una posible respuesta a las dudas del principio de mi artículo y una posible
confirmación de mi consideración final, años después de escribirlo: https://www.abc.es/opinion/guy-sorman-fin-milagro-chino-20230904201037-nt.html